miércoles, 13 de agosto de 2014

El Tin Delgado, los íngas y los mándingas


Las burlas y ataques generados en redes sociales contra el asambleísta Agustín Delgado pasaron a varios medios de comunicación “independientes” en los cuales desde columnas llamadas de opinión se hace escarnio del afroecuatoriano dando una muestra más de un racismo recalcitrante que pese a la vigencia de un nuevo marco legal sigue campeando en periódicos, radio y televisión.

La representación negativa de Delgado, que suma a su origen étnico el pecado capital de haber sido futbolista, se prestó también para que los analistas vinculen el tema político y ataquen a PAIS y al bloque gobiernista de la asamblea por la presencia del ex goleador en el hemiciclo legislativo. Lo cual es sorprendente puesto que los críticos de ahora, corresponsales legislativos de antes, vieron desfilar por esas bancas no solo a deportistas sino a “la más deseada”, presentadoras de programas de entretenimiento y de farándula, ex reinas de belleza y más, quienes haciendo uso del derecho constitucional de elegir y ser elegidos llegaron a esa instancia por decisión popular que parece, por los comentarios, ahora no vale nada.

El actual asambleísta por la provincia de Imbabura Agustín Delgado nació en Ambuquí en donde se come guandul, cuando se come, y se sueña con dejar la pobreza pateando cualquier cosa que ruede, excepto las piedras, pues las condiciones para estudiar no existen. La situación es tan dura en ese entorno que se  patea la “esférica” en canchas de tierra, creo yo  que Agustín Delgado no fue la excepción, a pie limpio no porque los pupos estorban sino porque no hay ni  para zapatillas, como se las llama por allá.

Con esfuerzo él, como varios de sus paisanos, dejó su tierra y migró para echar suerte en equipos pequeños, Agustín lo hizo en el Espoli. Sus condiciones físicas básicamente le convirtieron enseguida en  figura. Creo que no llegó al colegio no por falta de deseo o capacidad sino porque tenía que ganarse la vida pateando una pelota. El plato de comida que ponía en su mesa se lo ganó con la habilidad de sus pies y también de su cabeza. No sé si conozca algo de logaritmos o si haya leído en las aulas a los clásicos. Él trataba de marcar goles evitando lesiones para poder sobrevivir  y ayudar a su familia y a la gente de su entorno, de su Ambuquí.

En su curriculum, en la parte pertinente a lo futbolístico, hay que mencionar que obtuvo varios títulos nacionales y uno en el exterior. Participó en dos torneos internacionales y fue goleador en los años 2000, 2001 y 2006 en certámenes fuera de las fronteras. Hablando de lo político, en cambio, en las elecciones generales de 2012 terciando para asambleísta provincial por la lista 35 de PAIS obtuvo 88 mil votos. Muchos de ellos debió alcanzarlos por su trayectoria deportiva pero a lo mejor hubo varios ecuatorianos que reflexionaron en el derecho que tienen Delgado a elegir y ser elegido y también en su pasado de pobreza, de escaso acceso a la educación y a la salud como cientos de miles y millones de compatriotas al margen del color de su piel, y le entregaron su respaldo en las urnas. Estoy casi seguro que varios consideraron también que Agustín, viniendo de una zona olvidada y de un pueblo explotado, podría representarlos. Intentar desde la asamblea cambiar las condiciones y trabajar para que,  quienes son parte del pueblo afroecuatoriano, los que nacen en la sierra, en la selva o en el campo del país, tengan días mejores. Como los que hoy  disfruta Delgado luego de una vida de sacrificio y éxito  jugando en varios países en donde debió obtener  los recursos como para llegar, lejos ya de las canchas, una vida digna junto a su familia y a su pueblo.

El asambleísta Delgado ha sido víctima de lo que podríamos considerar acoso mediático por el hecho de trabarse, tartamudear diríamos criollamente, mientras leía un comunicado en la Asamblea Nacional. Puede criticarse que, por falta de consejo, el parlamentario no haya cumplido con un ejercicio simple de entrenamiento y práctica para mejorar su accionar en público lo que ahora es tan común entre los políticos y lo llaman “media training”. Sin embargo, me pregunto yo si esa misma virulenta reacción mediática se dio contra aquellos políticos de apellidos compuestos y rimbombantes que sucretizaron la deuda privada o aquellos que no necesitaban leer los documentos sino que con fluido verbo auspiciaron  leyes para salvatajes bancarios o los que acudían en estado de embriaguez a las sesiones a lanzar denuestos contra sus colegas provocando grescas de película. En el caso del asambleísta Delgado se deja de lado un análisis de lo que dijo durante su intervención. Los medios “privados” y sus sesudos y educados críticos ridiculizan a un ser humano que, al margen del cargo que ostenta, tiene derecho a la honra y a la dignidad.  Lo que no se le perdona a Delgado es haber salido de esos colectivos que han sido utilizados de manera sistemática para sostener procesos sociales injustos e inequitativos a los cuales la educación no llegaba porque no era conveniente que los indígenas y los afros aprendan a leer y demanden sus derechos. El nivel y la calidad de vida del país en la época de los 70s y 80s fue catastrófica; “Durante las dos últimas décadas, Ecuador registró bajas tasas de crecimiento del PIB, a causa de las cuales no presentó aumentos en el PIB real per cápita. Específicamente, mientras el PIB real creció a una tasa anual del 2% entre 1980 y 2001, el PIB real per cápita disminuyó medio punto porcentual por año entre 1980 y 1990, manteniéndose casi constante después de ese año[1]”. En ese año, 2001, el número de pobres del Ecuador fue de 5.2 millones y como siempre la cuerda se rompe por el lado más flojo, las secuelas de la pobreza, salud, educación, nutrición, servicios básicos y más, golpeó a los pobres y entre ellos con mayor fuerza a los indígenas y a los afros. Podemos mencionar que según investigaciones de la Universidad Andina Simón Bolívar, pese a que la situación ha mejorado, “la tasa neta de matrícula básica en los niños y niñas afroecuatorianos está por debajo del promedio nacional, con el 87,35%.[2]

Mientras los medios de comunicación social, los órganos de control, los actores  vinculados al tema (la academia por ejemplo), que son los que crean la mediaciones no aíslen  y estudien estos casos, la falta de inclusión y la discriminación continuará. El tema es, de verás, preocupante. El pueblo afroecuatoriano tiene derecho a expresarse y lo puede y debe hacer a través de sus representantes y uno de ellos es Agustín Delgado. Burlarnos y reírnos de él es menospreciar la voz de ese grupo humano. El análisis de la realidad de ese  pueblo, que se viene haciendo desde el mismo pueblo afro desde hace un par de décadas, busca revertir con políticas concretas  el olvido y la desatención que ha sufrido a través de los años. En la propuesta de un futuro deseable está justamente la integración completa de los afroecuatorianos a la sociedad ecuatoriana, a los estamentos de poder en calidad de autoridades electas o designadas, a la judicatura como jueces, juezas, fiscales u otros profesionales del derecho capacitados, a los medios de comunicación como presentadores, como reporteros, como entrevistadores y así a todas las actividades y espacios de toma de poder y decisión como un derecho del ser humano.

No es cuestión de reírse de quien representa a todo un pueblo, más bien deberíamos preguntarnos qué hemos hecho como sociedad, para integrarnos todos; los afroecuatorianos, los indígenas, los montubios, los mestizos y los blancos. Todavía suenan  en mi oído esas frases hechas con las cuales los ecuatorianos nos burlamos de nuestros compatriotas en este hermoso país en el que el que no tiene de inga tiene de mandinga.

Fernando Salme A.




[1] ECUADOR: EVALUACIÓN DE LA POBREZA
UNIDAD SECTORIAL DE REDUCCIÓN DE LA POBREZA Y GESTIÓN ECONÓMICA
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE – Banco Mundial
[2] POBLACIÓN AFROECUATORIANA INFORMACIÓN GENERAL, UASB – CODAE