El Tin Delgado, los íngas y los mándingas
Las burlas y
ataques generados en redes sociales contra el asambleísta Agustín Delgado
pasaron a varios medios de comunicación “independientes” en los cuales desde
columnas llamadas de opinión se hace escarnio del afroecuatoriano dando una
muestra más de un racismo recalcitrante que pese a la vigencia de un nuevo
marco legal sigue campeando en periódicos, radio y televisión.
La
representación negativa de Delgado, que suma a su origen étnico el pecado
capital de haber sido futbolista, se prestó también para que los analistas
vinculen el tema político y ataquen a PAIS y al bloque gobiernista de la
asamblea por la presencia del ex goleador en el hemiciclo legislativo. Lo cual
es sorprendente puesto que los críticos de ahora, corresponsales legislativos
de antes, vieron desfilar por esas bancas no solo a deportistas sino a “la más
deseada”, presentadoras de programas de entretenimiento y de farándula, ex
reinas de belleza y más, quienes haciendo uso del derecho constitucional de
elegir y ser elegidos llegaron a esa instancia por decisión popular que parece,
por los comentarios, ahora no vale nada.
El actual
asambleísta por la provincia de Imbabura Agustín Delgado nació en Ambuquí en
donde se come guandul, cuando se come, y se sueña con dejar la pobreza pateando
cualquier cosa que ruede, excepto las piedras, pues las condiciones para
estudiar no existen. La situación es tan dura en ese entorno que se patea la “esférica” en canchas de tierra,
creo yo que Agustín Delgado no fue
la excepción, a pie limpio no porque los pupos estorban sino porque no hay
ni para zapatillas, como se las
llama por allá.
Con esfuerzo
él, como varios de sus paisanos, dejó su tierra y migró para echar suerte en equipos
pequeños, Agustín lo hizo en el Espoli. Sus condiciones físicas básicamente le
convirtieron enseguida en figura.
Creo que no llegó al colegio no por falta de deseo o capacidad sino porque
tenía que ganarse la vida pateando una pelota. El plato de comida que ponía en
su mesa se lo ganó con la habilidad de sus pies y también de su cabeza. No sé
si conozca algo de logaritmos o si haya leído en las aulas a los clásicos. Él
trataba de marcar goles evitando lesiones para poder sobrevivir y ayudar a su familia y a la gente de
su entorno, de su Ambuquí.
En su
curriculum, en la parte pertinente a lo futbolístico, hay que mencionar que
obtuvo varios títulos nacionales y uno en el exterior. Participó en dos torneos
internacionales y fue goleador en los años 2000, 2001 y 2006 en certámenes
fuera de las fronteras. Hablando de lo político, en cambio, en las elecciones
generales de 2012 terciando para asambleísta provincial por la lista 35 de PAIS
obtuvo 88 mil votos. Muchos de ellos debió alcanzarlos por su trayectoria
deportiva pero a lo mejor hubo varios ecuatorianos que reflexionaron en el
derecho que tienen Delgado a elegir y ser elegido y también en su pasado de
pobreza, de escaso acceso a la educación y a la salud como cientos de miles y
millones de compatriotas al margen del color de su piel, y le entregaron su
respaldo en las urnas. Estoy casi seguro que varios consideraron también que
Agustín, viniendo de una zona olvidada y de un pueblo explotado, podría
representarlos. Intentar desde la asamblea cambiar las condiciones y trabajar
para que, quienes son parte del
pueblo afroecuatoriano, los que nacen en la sierra, en la selva o en el campo
del país, tengan días mejores. Como los que hoy disfruta Delgado luego de una vida de sacrificio y
éxito jugando en varios países en
donde debió obtener los recursos
como para llegar, lejos ya de las canchas, una vida digna junto a su familia y
a su pueblo.
El asambleísta
Delgado ha sido víctima de lo que podríamos considerar acoso mediático por el
hecho de trabarse, tartamudear diríamos criollamente, mientras leía un
comunicado en la Asamblea Nacional. Puede criticarse que, por falta de consejo,
el parlamentario no haya cumplido con un ejercicio simple de entrenamiento y
práctica para mejorar su accionar en público lo que ahora es tan común entre
los políticos y lo llaman “media training”. Sin embargo, me pregunto yo si esa
misma virulenta reacción mediática se dio contra aquellos políticos de
apellidos compuestos y rimbombantes que sucretizaron la deuda privada o aquellos
que no necesitaban leer los documentos sino que con fluido verbo
auspiciaron leyes para salvatajes
bancarios o los que acudían en estado de embriaguez a las sesiones a lanzar
denuestos contra sus colegas provocando grescas de película. En el caso del
asambleísta Delgado se deja de lado un análisis de lo que dijo durante su
intervención. Los medios “privados” y sus sesudos y educados críticos
ridiculizan a un ser humano que, al margen del cargo que ostenta, tiene derecho
a la honra y a la dignidad. Lo que
no se le perdona a Delgado es haber salido de esos colectivos que han sido
utilizados de manera sistemática para sostener procesos sociales injustos e
inequitativos a los cuales la educación no llegaba porque no era conveniente
que los indígenas y los afros aprendan a leer y demanden sus derechos. El nivel
y la calidad de vida del país en la época de los 70s y 80s fue catastrófica; “Durante
las dos últimas décadas, Ecuador registró bajas tasas de crecimiento del PIB, a
causa de las cuales no presentó aumentos en el PIB real per cápita.
Específicamente, mientras el PIB real creció a una tasa anual del 2% entre 1980
y 2001, el PIB real per cápita disminuyó medio punto porcentual por año entre
1980 y 1990, manteniéndose casi constante después de ese año[1]”.
En ese año, 2001, el número de pobres del Ecuador fue de 5.2 millones y
como siempre la cuerda se rompe por el lado más flojo, las secuelas de la
pobreza, salud, educación, nutrición, servicios básicos y más, golpeó a los
pobres y entre ellos con mayor fuerza a los indígenas y a los afros. Podemos
mencionar que según investigaciones de la Universidad Andina Simón Bolívar,
pese a que la situación ha mejorado, “la tasa neta de matrícula básica en
los niños y niñas afroecuatorianos está por debajo del promedio nacional, con
el 87,35%.[2]”
Mientras los
medios de comunicación social, los órganos de control, los actores vinculados al tema (la academia por
ejemplo), que son los que crean la mediaciones no aíslen y estudien estos casos, la falta de
inclusión y la discriminación continuará. El tema es, de verás, preocupante. El
pueblo afroecuatoriano tiene derecho a expresarse y lo puede y debe hacer a
través de sus representantes y uno de ellos es Agustín Delgado. Burlarnos y
reírnos de él es menospreciar la voz de ese grupo humano. El análisis de la
realidad de ese pueblo, que se
viene haciendo desde el mismo pueblo afro desde hace un par de décadas, busca
revertir con políticas concretas
el olvido y la desatención que ha sufrido a través de los años. En la
propuesta de un futuro deseable está justamente la integración completa de los
afroecuatorianos a la sociedad ecuatoriana, a los estamentos de poder en
calidad de autoridades electas o designadas, a la judicatura como jueces,
juezas, fiscales u otros profesionales del derecho capacitados, a los medios de
comunicación como presentadores, como reporteros, como entrevistadores y así a
todas las actividades y espacios de toma de poder y decisión como un derecho
del ser humano.
No es cuestión
de reírse de quien representa a todo un pueblo, más bien deberíamos
preguntarnos qué hemos hecho como sociedad, para integrarnos todos; los
afroecuatorianos, los indígenas, los montubios, los mestizos y los blancos.
Todavía suenan en mi oído esas
frases hechas con las cuales los ecuatorianos nos burlamos de nuestros
compatriotas en este hermoso país en el que el que no tiene de inga tiene de
mandinga.
Fernando Salme
A.
1 comentario:
Corrupta!
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